Mientras uno está mirando como es debilitada la democracia en el mundo occidental. Es inevitable el pensamiento "El único poder verdadero es la fuerza".
Uno que fue educado con valores democráticos siempre tiene la esperanza de que los conflictos y los desacuerdos se resuelvan por medio del consenso y del equilibrio de poderes.
Pero los acontecimientos de los últimos años hacen que sea inevitable una sensación de dolorosa incredulidad ante tus creencias. En primer lugar, abandonas la creencia del consenso. No, porque quieras. Sí, no por la gran cantidad de evidencias de que los humanos al llegar al poder, lo último que quieren y les interesa es el consenso.
Últimamente, los gobiernos se han convertido en el poder de un grupo superminoritario con el respaldo de una ingenua mayoría que somete sin ninguna consideración al grupo que no es tan mayoritario. Es como si el voto popular los hiciera dueños de la verdad única y de una moral superior. Donde el otro simplemente es despreciado, ignorado y si se requiere es sometido.
Conforme vas aceptando que no te está tocando vivir tiempo de consensos, poco a poco vas cambiando la creencia "Equilibrio de poderes" por "Equilibrio de fuerzas" y sabes que cuando cambias esa palabra también estás cambiando tus creencias por una creencia que si te detienes a pensarla te da miedo. Te da miedo porque sabes que al cambiar la palabra "Poderes" por "Fuerzas" se te está revelando que vives en un entorno violento. En un entorno en donde el que tiene las armas es el que tiene el poder.
En estos días previos a las elecciones de Venezuela hemos visto como el dictador Nicolás Maduro ha dicho que nunca se va a ir del poder y le recordó a los ciudadanos venezolanos que solo ellos como gobierno tienen las armas.
Sin embargo, los ciudadanos venezolanos que se saben sometidos por un régimen armado, salieron a votar de forma masiva. Es como si dentro de ellos siguiera existiendo una esperanza a que el consenso sea capas de imponerse a la violencia y a las armas.
Una esperanza que ellos mismos sabían que era ingenua. Y que los acontecimientos de la noche del 28 de julio de 2024 nos confirma que la democracia ante las armas, simplemente es una ingenuidad.
Lo cual nos lleva a la pregunta ¿Es la fuerza armada el único poder real? Y esa pregunta es inevitable que nos lleve a cuestionarnos el derecho de los ciudadanos a tener y portar armas. ¿Es preferible una sociedad armada? Que constantemente tiene masacres ocasionadas por uno que otro ciudadano desequilibrado. O es preferible una sociedad desarmada que es vulnerable a ser sometida por un tirano como Nicolás Maduro. ¿Con cuál de los dos miedos es preferible convivir?
A mí en lo particular no me gustan las armas. Pero ya he visto como las circunstancias me han cambiado mi forma de pensar. He visto como he dejado de creer en la posibilidad del consenso y me ha enfrentado con la terrorífica realidad de que aparentemente el único poder real es la fuerza.
Sin embargo, me aferro a otra ingenuidad. A la ingenuidad de que la presión internacional puede intervenir y crear un equilibrio de fuerzas en Venezuela y ayude a los ciudadanos ante la impotencia de estar sometidos por criminales armados. Pero, lo sé. También es una ingenuidad, ya que por años he visto como el pueblo cubano vive prisionero en una isla y sometido por una minoría que tiene el monopolio de las armas. También he visto como el ciudadano de Corea del Norte simplemente ha sido aislado de la realidad del mundo y como se la ha construido una prisión mental. Y así nos podemos seguir con más ejemplos.
No creo en el uso de la fuerza, no estoy haciendo una apología a las armas, no quiero vivir armado. Pero esta vez si la comunidad internacional no interviene. Nos estará confirmando a todo los ciudadanos del mundo que el único poder real es el armado.
Por favor demuéstrenos que sigue existiendo la esperanza del consenso.